Cuento de Hadas - Sin Final



Con los parpados cerrados, vio la luz adueñarse de la obscuridad. Pero esta luz quemaba al tacto y purificaba como fuego, vio falsos niños jugar en el aire y el frio inmenso la recorrió por pasadizos secretos y la puso de pie sobre las nubes de sus sabanas humedecidas por la fiebre, que al fin decidió abandonar su cuerpo.



Se despertó después de diez décadas de sueño y encontró todo sumergido en obscuridad. Salió corriendo de su escondite para comprobar cuanto tiempo estuvo en estado de letargo y tratar de encontrar algo que reconocer como cercano, perteneciente o suyo.



Al salir a las afueras se sorprendió al ver algo que ni en sus pasadas vidas y ni en sus sueños jamás había visto, y se le hizo un nudo en la garganta, se le apretó el llanto, broto río de sus ojos blancos y vomito agua y sangre al suelo seco.



Mientras se revolvía en su dolor la imagen que se pintó casi cuadro, casi memoria, casi video… Los arboles comiéndose entre sí, arrancándole las ramas a quien más cerca está y bebiendo como borrachos su propia sabia, la tierra seca y sedienta de sangre; animales que se alimentan de los gusanos que se comen su carne. Seres de dos piernas caminantes sin almas, sodomizados por las mariposas.



Olores ácidos, sulfurados y azufrados… era casi imposible tomar un bocado de aire para inhalar.


El mítico animal se preguntaba, ¿Cómo llego todo hasta este punto?, ¿Cuándo el mundo comenzó a devorarse así mismo? Se aferró al suelo con sus garras, acerco su nariz a la tierra, quiso fundirse y desaparecer, quiso ser parte del todo y perder la individualidad. Pero mientras inhalaba, llego hasta su cerebro un dulce aroma, olor alucinante y embriagante. Y poco a poco sin darse cuenta se fue fundiendo… y fundiendo. Alimentó a la tierra sedienta y desapareció por un instante, momentáneo, eterno y perpetuo.




-M.S.

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